[widgetkit id=13044]

Nuestro deporte ha evolucionado mucho en poco tiempo, y lo sigue haciendo: cambios normativos, táctica, metodología, pedagogía… pero algo que no ha cambiado es la forma de engancharse a él, normalmente, a través de alguien, de aquél o aquélla que transmite, fundamentalmente, pasión por lo que hace.

Manolo González dejó en su momento una semilla muy importante en quienes forman la estructura directiva de Cordobasket, la simiente de la entrega en el disfrute del baloncesto. Cada uno la ha ido regando y abonando a su manera, influenciado por otros entrenadores, experiencias, formación, lectura, etc., pero la raiz para todos es la misma: PASIÓN.

Casi 25 años después y con una trayectoria de 50 años en los banquillos, Manolo sigue irradiando eso que a todos nos encandiló en su momento y sigue encandilando a grandes y pequeños: el placer de entrenar, de enseñar, de ayudar a mejorar,
sin ningún tipo de compromiso expreso, sin asumir horarios ni días de entrenamiento, Manolo está presente en entrenamientos, concentraciones y partidos oficiales. Su compromiso es con el baloncesto. Un compromiso vitalicio que le hace entregarse al entrar en la pista, al ver como alguien, niño o niña, grande o pequeño, bota un balón o tira a canasta.

“¡Chico!”, su llamada de atención. A partir de ahí queda enganchado para siempre. Se establece un vínculo invisible, pero muy perceptible.

Desde estas líneas, volvemos a agradecer a Manolo que siga dejando semillas entre nuestros chicos y chicas, que haya puesto la era en Cordobasket, que siga tan vital y entusiasta, que nos permita disfrutar, aprender y crecer con sus enseñanzas, que forme parte de este ilusionante proyecto sirviendo de inspiración. Una vez más, gracias, Manolo.